Lamentable violencia contra mujer en Atlihuetzian hace casi doscientos años

CRÓNICAS DE YAUHQUEMEHCAN



David Chamorro Zarco 

Cronista Municipal

No se puede negar que en las últimas décadas hemos tenido avances sustanciales en materia de igualdad entre los hombres y las mujeres, aunque se reconoce también que falta mucho por hacer, ya que todavía no se alcanzan mejoras sustantivas en muchos aspectos. Basta revisar las estadísticas disponibles para darnos cuenta del número de víctimas de violencia en cualquiera de sus géneros, en especial de la física, llegándose a límites totalmente reprobables como los feminicidios que siguen contándose por miles cada año en nuestro país, a pesar de que como Estado nos comprometimos a erradicar esta práctica como parte de los Objetivos del Milenio, también conocidos como la Agenda 2030 de la ONU.

Resulta que en los anales de Yauhquemehcan se encuentra un documento fechado el día 15 de marzo de 1827, en donde consta la demanda que levantó ante el Ayuntamiento de San Dionisio una mujer de nombre María Matiana, originaria y vecina de la localidad de Santa María Atlihuetzian, en contra de su marido, un varón llamado Paulino Lobatón, aparentemente de oficio panadero, diciendo que yendo los dos en el camino que conduce al pueblo de San Pablo Apetatitlán, su marido le llamó y aparentemente ella no respondió, o se tardó en hacerlo, de manera que el hombre, en su pleno juicio, es decir, sin que se pudiera decir que iba bajo los influjos del alcohol, arremetió violentamente contra su mujer, tirándola en el suelo, golpeándola brutalmente, de manera que la consecuencia fue que la mujer quedó descalabrada, o sea, con la cabeza rota y con un brazo igualmente fracturado.

Aparentemente las consecuencias bien pusieron haber sido peores, pero por fortuna apareció por el mismo camino un hombre llamado José Antonio Campos que, a la vez era compadre de la pareja, pidiendo al marido que no lastimara más a María Matiana.

Es muy interesante ver que, no obstante, el levantamiento de la denuncia, la mujer pide que sólo se llame la atención a su marido para que no repita tal acción, sin que se le imponga la cárcel, como debiera ser de acuerdo al reglamento de justicia vigente, toda vez que tenían mucho trabajo que hacer en la panadería.

Unos días después, el 29 de marzo de 1827, la autoridad volvió a hacer comparecer a Paulino Lobatón, a efecto de que ratificara su declaración y la firmara, en relación al maltrato hecho a su mujer.

No consta en los documentos cuál fue la decisión tomada respecto en el caso, más lo que probablemente sucedió es que efectivamente todo haya quedado en un llamado de atención al hombre para dejar de ser tan violento.

Pudiera parecer criticable a nuestros ojos, en el siglo XXI que la mujer no hubiera exigido todo el peso de la ley en contra de su agresor, sin embargo, aún en nuestros días, de manera lamentable, se siguen presentando casos en que las mujeres denuncian a sus parejas por violencia y al recibir la recomendación de la autoridad para ratificar denuncia ante el Ministerio Público para la respectiva generación de la carpeta de investigación y la posible consignación del infractor a la vinculación a proceso, se nieguen a tal acción.

Son prácticas que como sociedad lamentablemente todavía no hemos sido capaces de erradicar de nuestro actuar colectivo y, como se aprecia en esta estampa histórica, parecen estar profundamente incrustadas. Ojalá algún día este tipo de referencias pasen al plano de lo meramente anecdotario y verdaderamente hombres y mujeres seamos iguales en plenitud.

 


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