Por Cristian Flores
El Partido del Trabajo en Tlaxcala lleva más de una década bajo el control de la familia Garay Loredo, un secuestrador político que desde 2012 se incrustó en la estructura del partido y que se niega a soltarlo.
La trayectoria legislativa del patriarca Silvano Garay Ulloa y de su hija Irma Yordana Garay Loredo es todo, menos reconocida por la ciudadanía. Ambos han transitado por el poder sin dejar ni una sola huella en apoyo a los tlaxcaltecas, ni una sola iniciativa individual que beneficie a los ciudadanos.
Recorren las calles y escuchan a la población, pero no traducen esas voces en leyes, prefirieron justificar su nulo trabajo legislativo bajo el pretexto de que “las iniciativas deben ser grupales” y “como Dios manda”. Una narrativa estúpida para disfrazar tu trabajo legislativo. Recordarles que al poder no llegaron por hacer campañas grupales, sino individualmente.
Los Garay se han aferrado a conservar sus posiciones, reproducen su apellido en las boletas y administran un capital político que no es de su propiedad.
El nepotismo es una práctica para los Garay. A Silvano no le bastó colocar a su hija en la diputación federal, sino que también, -aunque “no confirme, ni desconforme”- prepara el camino para heredar la diputación local a su hijo Silvano Garay Loredo Jr., para no abrir paso a nuevas generaciones, sino de perpetuar un linaje en un partido que se ha convertido en su feudo particular.
El Partido del Trabajo en Tlaxcala ya es un patrimonio privado, una herencia familiar.
¡ya vayanse, familia Garay! Solo abusan de su apellido como arma política. La falta de compromiso con los tlaxcaltecas y su militancia son razones suficientes para exigir ya su relevo.
¡ya vayanse, familia Garay! La militancia petista merece dirigentes y legisladores que realmente trabajen para un bien común social, no para administrar el poder.
¡ya váyanse, familia Garay! Den paso a nuevos cuadros que le devuelvan al PT el rumbo, dignidad y legitimidad. El estado no necesita más políticos de apellido, necesita representantes que de verdad obedezcan al pueblo. Dejen el egoísmo y la ambición.
Carta Abierta.
El pasado sábado en el auditorio de Contla, festejaron a lo grande el cumpleaños de quien se autonombró “El Hijo del Pueblo”, el secretario de Educación Pública de Tlaxcala, Homero Meneses Hernández, una fiesta disfrazada de mitin político por su aspiración a la gubernatura en 2027.
Dicho evento quizá mostró fuerza, algo que no ha mostrado Alfonso Sanchez Garcia, presidente de la capital, ni mucho menos otros aspirantes a la gubernatura, como Raymundo Vazquez Conchas ni Carlos Augusto Perez Hernández.
Lo cierto es que Meneses Hernández, además de no figurar en las encuestas que posicionan a quienes realmente conoce la ciudadanía, únicamente cuenta con el respaldo de algunos presidentes municipales, como el de Ixtacuixtla, Alberto Hernández Olivares, y con menos del 50 por ciento de apoyo que presumió en el audio filtrado respecto a integrantes del gabinete legal y ampliado del gobierno estatal. Basta con ver las fotos donde no había figuras de peso político, solo su cuerpo administrativo.
Su estructura, “Humanismo Mexicano”, no le alcanza para más que negociar una candidatura a la diputación federal. Una senaduría estaría fuera de su alcance, pues esas posiciones son para las “vacas sagradas”.
La competencia rumbo a la gubernatura de 2027 dejará votos divididos. Cada aspirante terminará negociando su capital político para asegurar, en el mejor de los casos, una diputación, un puesto dentro del gobierno estatal o la colocación de uno que otro presidente municipal.
Lo cierto es que Homero no va como el caballo negro, ni mucho menos representa la política misma.
Nos vemos la próxima semana, pero en el Juego Sobre la Mesa.