La dirigencia de Marcela González Castillo, quedara marcada como autoritaria, ambiciosa y omisa a los principios de Morena
Cristian Flores
La llegada de Marcela González Castillo a Morena Tlaxcala en noviembre de 2024, fue para terminar con la institucionalidad. A 11 meses de su dirigencia, la líder morenista dejó de respetar las reglas de Morena nacional y las estructuras internas, para dar pauta a la fractura que vive hoy en día el movimiento.
Al interior de Morena Tlaxcala, comenzaron las inconformidades por las imposiciones que González Castillo emite desde su escritorio, lo que ha provocado que algunos integrantes del partido se retiren y otros padezcan de malos tratos administrativos.
Sin embargo, González Castillo se ha encargado de ignorar las indicaciones de la dirigente nacional de Morena, Luisa María Alcalde Lujan, al señalar que todos los trabajadores del movimiento deben de gozar de sus derechos; no obstante, los empleados carecen de las prestaciones básicas y acceso a atención médica del seguro social.
De acuerdo a fuentes al interior de Comité Ejecutivo Estatal de Morena, hay registro de quejas por maltrato laboral, mismas que han sido ignoradas por la dirigencia.
Por otro lado, fundadores del movimiento, han criticado a Marcela por “abrir la puerta de par en par a lo peor de los institutos políticos del PAN y el PRI además de utilizar el partido para beneficiar a su esposo, Alfonso Sánchez García y a ella misma para buscar la sucesión en 2027”.
Además, señalan que, de seguir así la dirigencia de González Castillo, “no habrá piso parejo para las candidaturas en 2027”.
La dirigencia de Marcela González Castillo, quedara marcada como autoritaria, ambiciosa y omisa a los principios de Morena.