Por Aldo Romero
La ambición y el autoritarismo que ejerce Marcela González Castillo ya comienzan a pasar factura, sometiendo al partido a una crisis en la que salen a relucir los excesos de la líder morenista.
Con la reciente renuncia de militantes —y las que se avecinan— queda claro que en el estado de Tlaxcala Morena dejó de ser un partido movimiento para convertirse en una franquicia familiar, donde imperan las peores prácticas de opacidad y nepotismo.
No lo digo yo, lo dicen los militantes que han renunciado a sus cargos: maltrato por parte de la dirigencia, inequidad y uso del trabajo de los Coordinadores Territoriales (COTS) para fines ajenos al movimiento, son algunas de las razones por las que han decidido abandonar años de militancia.
Eso es lo que ha provocado Marcela González, quien además utiliza al partido como plataforma electoral —para ella y para su marido—. Y para muestra, basta observar las dichosas asambleas informativas que realiza en los municipios y que recientemente reactivó.
Fuentes internas del CEE nos han confirmado que la dirigencia estatal emplea dichas asambleas para posicionarse políticamente, lo que ha generado malestar e inconformidad entre miembros y militantes del partido.
En diferentes notas periodísticas, quien les escribe ha documentado que estas asambleas están plagadas de irregularidades: desde la intervención de recursos públicos municipales y la utilización de personal de los ayuntamientos como cuerpo de logística, hasta perifoneo y un gasto desproporcionado en volantes con el rostro y nombre de la dirigente morenista, los cuales se reparten en las calles.
En fin, la líder morenista pone en entredicho muchos de los valores y principios rectores de la denominada Cuarta Transformación. Y con una carrera por la sucesión bastante adelantada en Tlaxcala, para ella lo de menos es aplicar la filosofía partidista; hará lo que sea por sobresalir.
¿Y el Consejo Político Estatal?
Marcela no tiene el respaldo de la militancia y, al interior del Comité Ejecutivo Estatal, tuvo que recurrir a las peores prácticas para deshacerse de las voces críticas. Ahora habrá que ver si cuenta con el control y respaldo del Consejo Político Estatal, el máximo órgano partidista.
¿Por qué lo digo? Porque, con el sorpresivo destape de Vicente Morales Pérez para competir por la gubernatura, dudo mucho que ella y Alfonso mantengan simpatías hacia ese proyecto.
En el Consejo morenista ya hay liderazgos que tomaron vuelo con sus propios proyectos, como es el caso de Carlos Augusto Pérez Hernández, Jacqueline Meneses Rangel y ahora Vicente Morales.
No todos los consejeros van en sintonía con quien dirige la ruta del partido, y sin duda, Marcela se topará con verdaderas voces críticas que podrían frenar sus intereses. Sobre todo, porque en el máximo órgano morenista, ya hay personajes que simpatizan con los proyectos de Ana Lilia y Óscar Flores... al tiempo.
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