Por Cristian Flores
El poder genera ambiciones, pero no todos saben administrarlo. Ese es el caso de Marcela González Castillo, dirigente estatal de Morena, quien hoy pretende controlar al mismo tiempo el Poder Legislativo, el ayuntamiento de la capital y la dirigencia del partido. Tres responsabilidades que la rebasan y que exhiben los límites de su proyecto político.
Marcela entró a la política no por mérito, sino por el parentesco con el exgobernador Alfonso Sánchez Anaya. Su cercanía con la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros la convirtió en una de sus operadoras más confiables, pero su ambición desmedida la ha llevado a perder control en todos los espacios donde intenta imponer su influencia.
En Morena Tlaxcala, su gestión provocó división interna. Integrantes han abandonado el movimiento, inconformes con la imposición de cuadros ligados a funcionarios del actual gobierno y al alcalde capitalino Alfonso Sánchez García. A Marcela la señalan de ejercer un estilo autoritario y de operar con amenazas desde el Congreso local, a través de su aprendiz, el presidente de la Junta de Coordinación y Concertación Política, Alejandro Ever Campech Abelar, presiona a presidentes municipales para que se alinien al proyecto del alcalde de Tlaxcala, con la advertencia de que, si no lo hacen, sus cuentas públicas serán reprobadas. Y así pasó. Ahora los presidentes la detestan.
En el ayuntamiento capitalino González Castillo no escucha. "Se hace lo que ella diga y si no, se enfuerece". Tampoco ha logrado dar resultados a través del presidente. Tlaxcala vive uno de sus peores momentos en imagen urbana, infraestructura y seguridad. Y en materia de turismo, la capital carece de proyectos que busquen detonar la riqueza cultural de cara a los 500 años de la fundación del estado. En lugar de un verdadero plan, solo veremos eventos similares a los de una feria.
A esto se suma el mayor problema de México, la corrupción. Marcela colocó a su cuñado, Luis Alberto Aduna Flores, al frente de la Dirección de Comercio, desde donde se maneja lo más importante, los ingresos de parquímetros y licencias de funcionamiento. Un área que carece de mecanismos de transparencia y control fiscal. La pregunta es ¿cuánto dinero se recauda mensualmente por parquímetros y licencias, y a dónde va realmente ese dinero? ¿será qué Marcela ordenó reunir los suficientes recursos para destinar lo a la campaña a la gubernatura en 2027?
Marcela González no puede con tres frentes. Su ambición rebasa sus capacidades y su estrategia ya no sostiene ni al partido, ni al Congreso, ni al ayuntamiento.
Carta Abierta
Ayer, la gobernadora Lorena Cuéllar entregó el nuevo Complejo de Fiscalías del Estado, que atenderá delitos de alto impacto como secuestro, feminicidio, homicidio, trata de personas y desapariciones. En el acto, la fiscal Ernestina Carro Roldán prometió no dar pauta a la impunidad y la corrupción.
Pero sus palabras dejan dudas. En la práctica, la Fiscalía de Tlaxcala arrastra problemas. Los Ministerios Públicos han sido evidenciados por frenan procesos, investigaciones y casos archivados por corrupción o incapacidad de los servidores públicos. ¿La fiscal desconoce lo que ocurre en su institución o prefiere guardar silencio para presumir resultados que no existen?
Tanto Marcela como la fiscal presumen poder, pero lo ejercen sin resultados. Una utiliza las estructuras políticas para alimentar un proyecto personal y familiar; la otra repite discursos de justicia mientras su institución es incapaz de garantizarla.
Nos vemos la próxima semana en el Juego Sobre la Mesa.
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