Por Moisés Grimaldo
Tlaxcala está harta de las imposiciones ¡Harta de que desde un escritorio ajeno al municipio se decida quién maneja nuestro dinero, quién ocupa los cargos clave y quién se beneficia de la administración! Y lo peor, lo hemos permitido por años.
Todos sabemos lo que pasó cuando un senador metió las manos y obligó al ex presidente municipal a aceptar a un tesorero de otro estado, sin arraigo, sin idea de cómo funciona Tlaxcala. La consecuencia fue inmediata impuestos más altos, decisiones torpes y un manejo financiero desconectado de la realidad. Así de caro le sale a la gente un capricho político.
Ese caso no es excepción es el método. La política municipal se convirtió en botín. Unos pocos negocian cargos y contratos mientras la ciudad sigue con baches, inseguridad y servicios colapsados. Eso no es gobierno: es negocio disfrazado de autoridad.
Tlaxcala no avanza porque aquí mandan quienes no viven aquí, quienes no caminan nuestras calles y quienes no rinden cuentas a nadie. Ya basta. Tlaxcala no es una franquicia política para repartirse entre compadres.
Es momento de recuperar la dignidad de la capital. Que nadie vuelva a imponernos funcionarios por acuerdos en lo oscurito. Que las decisiones se tomen aquí, con gente que conozca, respete y quiera a esta ciudad.
Tlaxcala ya despertó. Y no va a seguir callando.
Las opiniones escritas por columnistas son independientes y no reflejan necesariamente la postura editorial de Entre Líneas Tlaxcala.
Tags:
opinión