Los errores de Cuéllar

| Por Aldo Romero

Encabezando un proyecto que se suponía seguiría al pie de la letra los lineamientos de la denominada Cuarta Transformación —“no mentir, no robar y no traicionar”—, Lorena Cuéllar Cisneros fue el liderazgo político en el que 305 mil 468 tlaxcaltecas depositaron su confianza para sacar “al viejo régimen del poder” y hacer que la 4T permeara por completo en Tlaxcala.

El discurso de unidad y de transformación del estado pronto se iría al caño para quedar solo en eso: en meros discursos políticos que planteaban las mejores intenciones, pero que nunca se plasmaron en hechos.

Lo he dicho anteriormente en este espacio: la mentada “nueva historia” es solo un falso gobierno progresista. No pasaron ni dos años de administración cuando Cuéllar Cisneros mostró su verdadero talante neoliberal.

Cuéllar hizo de la administración pública un negocio familiar y un festín del que se sirvieron grupos políticos foráneos que hoy se sienten amos y señores de Tlaxcala. Su gobierno se convirtió en una auténtica maraña en la que la opacidad, los excesos, los errores en la toma de decisiones, la intolerancia a la crítica, la represión y la incongruencia se transformaron en su ejes rectores.

En Tlaxcala se observa todo lo contrario a lo que, se supone, debió ser la Cuarta Transformación. Esa es la causa por la que Cuéllar pasó de ser la gobernadora más votada de la historia a ser de las más repudiadas. Por decirlo de algún modo, “ocho de cada diez casas encuestadoras la colocan en el sótano de la aprobación ciudadana”.

Es increíble la forma en que está cerrando su gobierno: hoy la inseguridad y la falta de visión en la ejecución de obras han desmoronado su imagen como política.

El lorenismo vive sus peores días. Es posible que pronto se extinga como proyecto político, y los síntomas ya son evidentes. La muestra más clara es la sucesión, la cual va perdiendo. Otra es la urgencia por mostrar músculo y respaldo mediante la vieja práctica priista del acarreo, que se ha convertido en una constante en sus eventos para legitimarse.

En fin, estamos ante una mujer que, una vez llegada al poder, se alejó de las necesidades más apremiantes del pueblo para priorizar sus negocios personales y de grupo. Hoy, sus errores de cálculo político le pasan factura, y los tlaxcaltecas ya cuentan el tiempo que le resta en el cargo... y al parecer también ella, porque lo que vimos ayer parecía más una despedida que un informe... al tiempo.

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