Por Aldo Romero
La Cuarta Transformación pareciera estar llegando a terapia intensiva, y en Tlaxcala la profunda crisis que vive el partido en el poder nos deja en claro que ya no es la esperanza de México.
El pésimo actuar de sus gobiernos y liderazgos, que violentaron con cinismo su identidad estatutaria hasta caer en la incongruencia de los valores que pregonaban, provocó el desencanto y la desconfianza ciudadana.
Lo que debía ser una fiesta democrática para refrendar el respaldo y sumar nuevos valores a un movimiento político-social que enarboló las causas más sentidas de un pueblo ávido de justicia social, terminó siendo el siniestro operativo para obligar y condicionar la integración y permanencia en un instituto político que traicionó al pueblo.
En Tlaxcala se vive la crisis política de Morena: el acelerado desgaste de un partido que perdió la brújula ideológica, alejó a la ciudadanía y complicó a sus líderes cumplir, de forma orgánica, con la meta de afiliación de más de 100 mil militantes.
No se puede culpar del todo a Marcela González Castillo ni al trabajo que realizan los coordinadores territoriales. No. Ellos, con su pésimo actuar partidista y sus intereses personales, solo reforzaron el desánimo social.
El problema es más profundo: es la incongruencia con la que actúan los gobiernos y poderes legislativos morenistas, que terminaron por convertirse en lo que prometieron erradicar de la vida pública.
La entrada de la estructura gubernamental de Lorena Cuéllar Cisneros para rescatar el ya de por sí blandengue trabajo territorial del Comité Ejecutivo Estatal y de sus COTS es el indicativo de que la ciudadanía no quiere formar parte de las filas de Morena.
Pese a las afirmaciones del vocero de Cuéllar de que no se usaría a los funcionarios públicos, en horarios laborales, para participar en un acto partidista como una campaña de afiliación, son el vil reflejo de cómo la Cuarta Transformación se degenera y, ante los hechos, usa la mentira como excusa y distracción.
Hubo una reunión previa entre directivos de todas las dependencias de gobierno y funcionarios partidistas; se diseñó la operación para la afiliación a marchas forzadas y cumplir con la cuota trazada por la dirigencia nacional de Morena. Lo anterior, para entregar buenas cuentas y quedar bien ante Andy y Alcalde Luján, a fin de demostrar que en el estado gobernado por Cuéllar hay respuesta “positiva” de la ciudadanía hacia el partido que fundó el expresidente Andrés Manuel López Obrador.
Así es, se trató de una operación en la que se ejecutó la afiliación forzada y condicionada de trabajadores administrativos y directivos de dependencias del gobierno lorenista, para acelerar los números y cumplir la meta de más de 100 mil afiliados guindas.
Descarado intervencionismo gubernamental, muestra clara de por qué Morena murió como partido-movimiento y de cómo se convirtió en uno más del montón… incluso hasta peor.
Como breve reflexión me permito escribir lo siguiente: la gente aún puede confiar en la Cuarta Transformación, es indiscutible y las encuestas lo indican. Pero la gente no desea militar en un partido que no garantiza democracia; no desea militar en un partido del que saben que no respetará sus derechos partidistas ni político-electorales; no desean militar en un partido que los usará como carne de cañón para saciar intereses personales. Y, si no me creen, vean cómo Marcela González y Alfonso Sánchez García operan.
Ana Lilia mete sustos
La amplia ventaja que tiene Ana Lilia Rivera Rivera como aspirante a la gubernatura ya provocó que Lorena Cuéllar Cisneros realizara ajustes a su estrategia de arrojar al ruedo a múltiples corcholatas masculinas.
Resulta que la gobernadora recibió, analizó y meditó los resultados de las encuestas internas que realizó entre su estructura para medir el posicionamiento de los suspirantes Alfonso Sánchez García, Homero Meneses Hernández, Carlos Augusto Pérez Hernández, Carlos Luna Vázquez y Vicente Morales Pérez.
No hubo sorpresas, y el amenazante avance de la senadora provocó que Cuéllar recogiera a las corcholatas que ella misma arrojó y se quedara con la que cree podrá garantizarle protección una vez que deje el encargo que el pueblo le confirió.
Se confirmó una reunión que la mandataria tuvo con varios de los suspirantes a sucederla. Cuéllar ya dio la indicación de que dejen de lado sus sueños guajiros de gobernar Tlaxcala y declinen en favor del alcalde capitalino Alfonso Sánchez García, para reducir la ventaja que comienza a capitalizar la senadora Ana Lilia de cara a la contienda interna.
La indicación de la mandataria no ha sido muy bien recibida, por lo que no se descartan actos de rebeldía por parte de algunos líderes que tienen estructura y trayectoria política para darle batalla al esposo de Marcela González en la contienda interna del partido. Veremos cómo avanza el tema y si Cuéllar aún tiene la capacidad para evitar que el asunto se le salga de control… al tiempo.
